Y es que deben tener el estomago vacio (Sin haber comido algun solido recientemente), porque, en principio, no son digeridas en el estómago, si no, en el intestino delgado. Las frutas pasan rápidamente por el estómago, donde liberan sus azúcares y si hubiera carnes o almidones en el estómago, éstas quedan capturadas y comienzan a fermentarse. La manera incorrecta de consumir las frutas es después de una cena, ya que pasará toda la noche con pesadez estomacal y un sabor desagradable en la boca.
Se debe evitar tomar jugos envasados en lata o recipientes de vidrio. Porque, en su mayoría, durante el proceso de producción, el jugo es calentado perdiendo su estructura original y volviéndola ácida, además de contener conservantes. Lo recomendable es extraer el jugo de las frutas con un extractor y consumirlas como si fueran frutas frescas (siempre con el estómago vacío).
El jugo es digerido tan rápido, que usted podrá comer un refrigerio después de quince o veinte minutos.
Las frutas, además de ser el mejor alimento que podemos comer, nos protegen de las enfermedades al corazón. Contienen bioflavonoides, que evitan que la sangre se espese y obstruya las arterias. También fortalecen los vasos capilares, y los vasos capilares débiles que casi siempre provocan sangrados internos y ataques cardíacos.
Comer sólo frutas frescas y jugos hechos en el momento, al levantarse, durante el día, o cuando sea posible. Mantenga diariamente esta rutina por lo menos hasta el medio día, y no olvidar que mientras más tiempo queden solo las frutas en su cuerpo, mayor oportunidad de ayudar a limpiarlo.
Si usted empieza a cambiar su rutina diaria alimenticia (hábitos con las que acostumbra llenar su cuerpo al iniciar el día), sentirá un nuevo torrente de vitalidad y energía tan intensa que no lo podrá creer. Sólo inténtelo durante los próximos diez días y compruebe por sí mismo los resultados.
